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Alto Alberdi?
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TestimonialesCuando me enteré de esta página, inmediatamente pensé que iba a quedar circunscripta a lo meramente familiar y/o a las relaciones muy cercanas que todos los que nos criamos en ese bendito barrio, había vivido. Pero con el tiempo y viendo que mucha gente comienza a entusiasmarse y envía sus fotos, testimonios, recuerdos, etc. no quise dejar pasar de hacerle en esta página, un homenaje a la Srta. Hilda Genoveva Novillo, más conocida como “la Beba”. Por su Academia de Folklore, “La Escuela de Danzas Nativas “El Cardón”, adherida al Instituto de Folklore del Profesor “Andrés A. Chazarreta”, hemos aprendido a valorar, a bailar, a disfrutar de la danza nativa y del zapateo y zarandeo; hemos participado del aquel Primer Festival de Cosquín, hemos caminado las tablas de los teatros, el Rivera Indarte, el Comedia y el Real. En realidad hemos bailado sobre esas tablas, desplegando un sinfín de danzas. Cuadros nativos que abarcaban desde la Puna hasta el sur, y desde Cuyo a Buenos Aires y el Litoral. También se incluyeron danzas de países limítrofes, tales como Perú, Bolivia y Paraguay.
Año a año, y como cierre del ciclo lectivo de la academia, nos vestíamos con trajes típicos de acuerdo a cada región que representábamos: el gaucho, la paisana, la dama antigua, los coyas, y tantos otros. Recuerdo con mucha alegría “la danza de las cintas”, tan típica del norte argentino. Ni qué hablar de las Chacareras, del Cuando, del Pericón Nacional, Las Cuecas, y la más bella a mi entender: LA ZAMBA, danza que me emociona tanto, que “cuando escucho una zamba me pongo a bailar”...
Cuántas familias hemos aprendido a bailar en esa escuela. Recuerdo: Los Leone, los Menéndez, las D’Elia, Adela Buttarelli, Eduardo Rodriguez, Carlos Tamame, los Arrieta, y tantos, tantos otros, que seguramente alguien que lea este testimonio y homenaje a Beba, agregará muchos más datos y apellidos a la lista.
No quiero dejar de recordar al patio de la Yaya en la calle 27 de abril. La Yaya nos prestaba su patio para poder ensayar y así demostrarles a nuestras familias todo lo que habíamos aprendido durante el año.
También las instalaciones del Club Tigre fueron testigo de nuestros intentos de excelencia en las distintas coreografías, que una vez que estaban plasmadas en el papel, había que llevarlas a cabo en la “pista”.
Y llegando a fin de cada año, había que demostrar todo lo que habíamos estudiado y asimilado, rindiendo Teoría del Folflore, asi como danza, ritmo, interpretación y zapateo.
Seguramente que no todo está escrito aquí, pero es mi humilde homenaje para alguien que nos enseñó a querer nuestra música y nuestra danza. Gracias BEBA.
Mirta D’Elia
