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Los Bertuci

Eran los Bertuci una tradicional y a la vez prominente familia del barrio.

Recuerdo con toda nitidez a Doña Rosa Mordini, hermana de Leopoldo Mordini, quien al enviudar, quedó como cabeza de los Bertucci. Esta matrona, de porte imponente, graciosamente obesa, al estilo de mi abuela Josefina, y de aspecto casi militar, comandaba la tropa. Su marido, de profesión constructor fue quien diseñó y construyó la hermosa residencia de la esquina de Duarte y Quirós y Velez, donde vivían los Mondazzi.

Vivian en una casa también de diseño y construcción muy particular, yo diría de avanzada para la época y el lugar donde fue hecha.
En esa casa convivían, además de Doña Rosa, quien a esta altura ya era viuda, Santiago, hijo mayor, solterón, y José, el menor, alias Don Pepe, quien a su vez estaba casada con Rita Yofre, dama emparentada con familias patricias de Córdoba.

De ese matrimonio, habían nacido tres hijos : Mavi, un poco más grande que nosotros, por lo tanto casi no la frecuentábamos, Santiago, amigo de toda la vida y casi el eje de mi descripción de los Bertuci, cuyo mote era y aun es  “calefón” y Pepito el menor, también un personaje muy particular.

Desde siempre estaba a su servicio Catalina y pequeña hija quien era una persona todo servicio para esta familia, desde ocuparse de la tareas domesticas, actuar como dama de llaves, cocinera y hasta por allí creo que sin equivocarme de desfogar al solterón y enseñar algunos menesteres a los jóvenes Bertuci.

Desde todo punto de vista y por donde se los mirase era esta familia totalmente distinta en su idiosincrasia y forma de vida.
Ejemplos hay miles, vayan aquí algunos. Calefón se llama Santiago José, y Pepito, José Santiago, llevando ambos los nombres del padre y del tío pero en sentido inverso, no sé si será por falta de imaginación (cosa que seguramente no les faltaba) o por una muestra de megalomanía.

Pepe padre, era a su vez un personaje extraño a mis ojos y mi mente. Alto, bien plantado, buen mozo, vestía muchas veces con una camisa sobre cuyo bolsillo superior izquierdo llevaba una serie de presillas para colocar sus pipas, pues era adicto a esa forma de fumar tabaco, lo que le confería un tono de voz ronco y una forma muy particular de hablar pues lo hacia emitiendo sonidos y efectuando breves chupadas a la pipa. Con mucha frecuencia vestía breeches de color claro, con medias tres cuartos con diseños romboidales y siempre calzado con zapatos de golf combinados blanco con marrón o negro.

Hombre de mente abierta, inteligente, yo diría casi un adelantado para su época, de gran cultura, pero a su vez intransigente en sus pensamientos, para él no había pluralismo, siempre el decía la verdad y sólo la verdad, recuerdo haber estado presente en acaloradas y profundas discusiones entre él y mi padre, quien era más liberal y discutía con fundamentos.

Pepe Bertuci junto con su hermano habían conformado una empresa constructora, que en aquellas épocas de la dictadura peronista y por ser Pepe un apasionado de la doctrina del general, ganaron la licitación para la construcción en la Provincia de Córdoba de todas las viviendas de los planes Eva Perón.

Fue así que en muy poco tiempo, hicieron una enorme fortuna, lo que los llevó a vivir de manera millonaria y asombrosa para aquella época vVivian en una casa edificada en un enorme terreno, que yo diría que era casi una manzana.

El estudio de Pepe estaba construido bajo el nivel de la vereda, idea imposible para aquellos tiempos y su techo formaba una amplia terraza a metro y medio de altura sobre la vereda, donde Pepe se pasaba tardes enteras sentado en cómodas sillas, observando el transcurrir del tiempo y de la gente.

Era la única casa con pileta de natación por esa zona y de la cual, como amigos disfrutábamos todo el verano.
Con Santiago (calefón) nos une una larga y estable amistad, que perdura a través de los años.
Calefón, era sin duda uno de los más notables y especiales componentes  de la familia.,.
Creció en medio de la vorágine que los había envuelto a todos, el crecimiento de su fortuna, sin embargo y a pesar de actuar desde los once o doce años (y aun hasta hoy como “patrón de estancia”)  era una persona sumamente generosa.

Recuerdo las infinidades de veces que al medio dia de los sábados  invitaba a almorzar a un grupo de diez o doce amigos que compartíamos la mañana sabatina en un bar y restaurante de moda,”Dixie” frecuentado por la juventud de aquellos años, echo que se repetía con frecuencia.