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El Jaguar de los Hillman

Con aspecto indefinido de  Jaguar o quizá Alfa el descapotable con estructura en fibra de vidrio, era el auto de mi Papá,  del que quizá algunas cosas pueda contar.

En aquella época de los cincuenta, se solían encontrar algunos ensayos adelantados de carrocerías para autos, en las que se trataba de colocar toda la imaginación y fantasía disponible de aquellos tiempos, resultando más estéticos en el diseño soñado que en su realización final, sin dejar de ser verdaderos desafíos artesanales automovilísticos.

Ni pensar en un garaje, el auto dormía sobre la calle Caseros 2869, al frente de un pasillo que permitía el acceso a las familias,  Miguez, Martínez, Vaca y Nosotros los Hillman.

Si bien disponía de 4 asientos, los que viajábamos atrás, nunca estuvimos cómodos, estos eran duros, con poca goma espuma, seguramente tapizados en algún taller de reparación de sillones domésticos, y como un verdadero descapotable esperando la lluvia, el tapizado era de bratina color marrón claro. Bueno al menos el asiento del conductor, tenía la posibilidad de regular la distancia hacia los pedales,  en resumen, de anatómico, "nada".

El tablero era muy sencillo, con un cuenta kilómetros, un indicador de temperatura de motor y nivel de combustible, además tenía una radio a válvulas muy primitiva, que debíamos esperar a que se calentase para escuchar algo, y una guantera que en lo general servía para documentos y unos pocos papeles, dado su pequeño tamaño. Obviamente el volante carecía de regulación, ¡ni que hablar!.

Estos modelos, precursores en lo que hoy es una actividad especial y deportiva, montaban partes de otros vehículos de serie, elegidas según las características técnicas del caso, por lo que este auto contaba  con   una transmisión manual de tres velocidades palanca al piso, que mi papá supo adornar con una pomela de madera y algún escudo de marca Ford según recuerdo. Ocurrió que en varias ocasiones tuvo que bajar la caja para reparar el embrague o abrirla en oportunidades para revisar los anillos sincronizadores o despuntados de deslizantes y engranajes libres maltratados.

Es de mensionar que estos conjuntos mecánicos que se montaban, provenían de autos usados por lo que su estado no era el mejor, las pérdidas de aceite resultaban casi normales y el reponer aceite en la transmisión formaba parte del cambio de aceite del motor.
El motor corazón del sistema, el que nos hacía vibrar en sus aceleradas, provino de un famoso Ford 40 de 8 cilindros en V, pavada de planta motriz, poseía según los comentarios 60 HP. Nunca supe cual era su capacidad de torque. En rigor, es algo que he aprendido de grande e intento convencer a mis pares que dejen de comprar mirando solo la potencia de los motores y observen con más cuidado, cual es la capacidad de torque de los mismos.

El auto estaba armado sobre un chasis de Bergantín y su carrocería lucía de color  rojo en la que se destacaba su capota negra (cuando nueva) lo hacían apetecible. Sin embargo, dado lo primitivo de su cierre de ventanas, cuando circulaba a más de 100 Kilómetros, el ruido interior sumado al ruido a viento lo convertían en insoportable.

Papá era viajante vendedor de baterías y accesorios, anduvo en este auto muchos kilómetros, pero agradeció al cielo cuando pudo cambiar el extraño Jaguar de fibra rojo por un Peugeot 404 0Km.

Para este tiempo yo tenía entre 10 u 11 años, pero en rueda de amigos cuando tocamos temas del viejo barrio, no dejo de traer en el recuerdo, el extraño auto rojo de mi Papá. Abrazos para todos.

Héctor Hilman