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Alto Alberdi?

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Sátira Testimonial

Como recordando las cosa bellas de mi pasado, les dejo esta sátira testimonial, en ella menciono a personajes de mi barrio Alto Alberdi, que con seguridad la imaginación volará y formas tomará; el relato está inspirado en las hermosas lunas,…… orgullo profundo de mujer,……. al que titulo.

 Las Tetonas

Yo soy de Alto Alberdi, barrio alegre si los hubo, donde se paseaba la Maine, donde orondo fumaba en pipa Don Pepe Bertuci y en el pasaje Mordini escuchaba música clásica la Chocha y el Caquín.

Soy de allá, donde las tetonas lucían imponentes y vaporosas, puntiagudas y redondeadas atraían nuestras miradas, con las pupilas afuera, mientras con la mano por un bolsillo deshilachado, apretábamos el ganso bravío, en eterna primavera.

Nací en aquella Darte Quiroz de tierra, donde el Pepe y el Calefón paseaban sin razón, en el Morris 8 de su viejo, a pura llanta pelada, cubiertas no tenía, mientras Don Pepe Bertuci placidamente su siesta dormía.

Famoso era mi Abuelo, el sastre Don D´Elía viudo un par de veces, bragueta envenenada le decían, buscando un nuevo amor,  a las tetas de la Rosa le escribía, versos en prosa y rima donde seguro el ojo y alguna mano metía.

La Rosa era una artista para calentar al viejo,  con escotes de primavera delante de él se agachaba, como quien  no quiere la cosa buscando alguna pavada extraviada.

Prominente era la Rosa, de pendejo la miraba y en los viajes a Cabana cerca de ella me sentaba, con el codo le  rozaba semejantes grandes tetas, los ratones me corrían desde el ceso a la bragueta.

 
Siempre me gustaron la viejas, pero ni el apunte me llevaban, una vez de abalanzada a una amiga de mi vieja, no me pude contener y  la mano metí en la teta, no falto que me acusara, a mi vieja por supuesto, que quilombo se me armo esa vez, con aquella vieja pinchada,….. ¡ no sabía compartir !

 

En aquella zona, las pechugas florecían, las chatas no existían, nombres propios le poníamos, a las viejas por su aspecto, la Mis Tambo, La Pezonuda, hasta la Bananita por su forma, sin olvidarme de la italiana La Puntuda, y la Viuda del Doctor, mujeres que a mi entender pasaban del talle ciento veinte, que hermosa sensación...ni a kerosén ardiendo, nos tendrían tan calientes.

 
La ciencia acusó la falla de aquellas pobres despechadas, Oscarcito el cirujano, con habilidades de escultor, ya de jovencitas las mejora con el bisturí en la mano. Enseguida se les nota,  y las muestran sin recato, esas prominentes lunas, que tanto esperaron,…..¡ ahora suyas !,… porque las pagaron.

 

En mis tiempos la regla ya era clara; minas altas, patas flacas, poco culo, tetas grandes; mejor culo, menos teta, más sabrosas, más sensuales; las petizas son sorpresa, hay que verlas subidas a una mesa. Si es “pa” novio prevenirse, a la vieja hay que mirarla, si la cosa no convence, pegarse el piro y rajarse.

Ya por suerte pasó la moda, inventada por los trabas, las chicas de las pasarelas ya se ven más armadas; yo vengo de aquel barrio donde brotaban las tetonas, en los tiempos de franelas, de zaguanes y meta joda, en Alberdi la cosa estaba clara, puto había uno, maría luisa le llamaban, el gordo no jodía y en el tranvía lo cargaban

Si en casa de estudiantes aparecía alguna loca, enseguida la noticia iba de boca en boca, postulantes se amuchaban, rebuscando en los bolsillos, algún vuelto olvidado; enseguida dividían los novatos a un lado, los amigos empujaban y por la ventana algunos se rajaban. Aprendices de galanes que el cuero no les daba. Las maestras te enseñaban a meterte en la tarea, en la próxima juntada se anotaban a primera.

El delirio era infinito el ingenio no faltaba, por sortear algunas vallas, si de ponerla se trataba. Sin motivo conocido por el frente no golpeabas, por los techos se llegaba más discreto todavía,  para visitar alguna vieja que consuelo no tenía; no faltaba la metida, que en el barrio comentaba, usted sabe vecina, por los techos se escapaban.

De ninguna yo me olvido en mis ratos de descanso, aunque parezca yo dormido en mis recuerdos viajo, como no mirando nada, con los ojos entre abiertos, se me escapa una sonrisa, de alguna cagada yo me acuerdo. Agradezco haber vivido atesorando mis recuerdos de aquel barrio Alto Alberdi, donde brotaban las mujeres.

Por ser el más chico de aquel grupo, cola de perro yo quedaba, mi terapeuta me decía, déle adelante con todo, no se quede!, me acordé en aquel momento de mi amiga la Margó, que buena estaba la vieja, que lo parió; siempre la recuerdo en una tarde de verano, con  respeto me decía, Usted métale con todo “mijo” de pararla yo me encargo.

Menos mal y toco madera, las minas desde chico me gustaron, La Masoya me contaba  de chiquito mañas tenía, mientras ella me alzaba, la mano en el escote le metía; parienta ó no parienta eso no importaba, si las lunas mostraba con fantasías las miraba,  me acuerdo de la Norma tía del cariño sería,”ppuag” que lo parió! que par de tetas tenía.

Presten atención porque esto es histórico, Yo lo vi., no me lo contaron, nunca supe el porqué,…. quizás el agua,…. quizás el clima,….. pero en Alberdi esto acontecía.
Modista debía ser la vieja, por su habilidad con la costura, yapaba dos corpiños para hacerlos más profundos todavía, que vieja desgraciada, que tetazas que tenía, no podía mirarse los pies, si se agachaba se caía.

En Alberdi de aquel tiempo mi experiencia yo juntaba, en el grupo era el más chico, maestros no faltaban, si al futbol se jugaba, en el arco me ponían, en el tema de las minas los mocos me comía, al trompo me jodían, el balero no encajaba, con un  barrilete casi me mato, que desde un techo remontaba, bajo un ómnibus me caí, gracias a Tomás lo estoy contando, hoy disfruto en mis recuerdos y con ustedes lo comparto de aquel barrio de alto Alberdi, donde brotaban las mujeres.
Rodolfo