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Historia de Fantasía

Una historia de fantasía que empezó en el astillero de César y Nélida

Viernes 13 de mayo de 2011, en este día muere mi querido hermano Eduardo,  mi sentimiento no encuentra consuelo, los recuerdos me invaden, y en mi mente se levanta un grito silencioso de rebeldía y dolor.

Nos hicimos a la mar de la vida desde el astillero de los Leone, apenas con diferencia mayor a dos años fuimos botados para desarrollarnos como barcos de guerra, futuros acorazados a los que  atrezarían con las armas necesarias para la defensa en los combates de la vida.

En aguas poco profundas fuimos teniendo las primeras escaramuzas, experiencias que sirvieron para ajustar nuestras torres de tiro, no tardamos en encontrar naves cisternas, con quienes navegaríamos los mares más bravíos, cruzándonos en batallas de vida para defender nuestra zona de acción.

Cercanos mantuvimos nuestros rumbos, sabiendo de la presencia del  otro, siempre prestos para acudir en apoyo ante circunstancias adversas, navegar cerca nos dio seguridad y confianza, sabíamos que en batallas, tormentas y densa niebla el otro estaba allí, a una braza, dispuesto.

Gallardos y cautelosos, fuimos navegando en circunstancias variadas, abrigados por pautas precisas del astillero de origen, nuestro rumbo era claro, la misión, defenderse pero no dañar. En la estela de vida ya navegan nuevas naves botadas de nuestras naves cisterna; el convoy se agranda.

Los tiempos fueron pasando, las ansias de combatir se agotaron, nuevos rumbos nos esperan, ya con misiones diferentes de placer, desmontaremos los cañones, los combates terminaron, la nave mayor se  encamina a dársenas de aguas calmas, todo parece tranquilo, en el horizonte no se divisan nubarrones, todo parece en paz.

Quiebran la suavidad del silencio, grandes explosiones, desde la santa bárbara del barco insignia, el dolor dobla el duro acero; el enemigo acechaba por dentro ¡nada se puede hacer! ante nuestro estupor y desazón la nave mayor comienza a escorar, el destino se trunca, no esperábamos tal desenlace, artero y traicionero fue el destino, en corto tiempo la nave mayor se hundió.

Endurecidos por el dolor, debemos seguir, difícil es navegar en soledad, la nave escolta y compañera ya no está, debemos seguir batallando todavía, nuestro rumbo aún está inconcluso, el destino es desconocido, ya no quedan ganas de luchar ¡se siente la falta! desconcertados ponemos proa al sol buscando la luz.

Rodolfo