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Los Herrero

El Nono Herrera, Antonio Herrero Luca, Español de Salamanca, llegó a la Argentina con solo 16 años, como polizón metido en un bote salvavidas, durante el viaje los marineros encariñados con en mocoso, le acercaban comida, Entró al país quien sabe como y por algún motivo, recaló a la zona de Toledo donde consiguió trabajo en tareas de campo, allí conoció a Rosa Bracco, con quien se casó años después, radicándose en Córdoba. Trabajó en el ferrocarril y luego se puso un almacén sobre la Duarte Quirós  al dos mil novecientos quince, pegado a los Porta.

El Herrera, de constitución media baja, tenía un carácter afable y una gran predisposición a colaborar, mientras que la Nona Rosa era de aspecto un tanto más imponente, hija de italianos y con una numerosa familia original.

Afincados en el corazón del barrio fueron vecinos referentes, conocidos por todos, dado que pusieron un almacén en su casa.   La cosa nunca fue fácil para levantar el salón del negocio al frente de su casa solicitaron dinero un prestamista conocido del barrio,  en el barrio había dos vecinos que se dedicaban a esta actividad, como colaboradoras, actividad no santa para la época, prestar plata con intereses no estaba bien visto, les llamaban, usureros.

Poco a poco el Nono armó el almacén, con puerta de entrada de madera doble hoja, con postigos desmontables al igual que la ventana a la izquierda del local, adentro encontrábamos un mostrados en forma de ele, comenzando a un par de metros de la entrada por la derecha del local y dejaba un paso sobre el margen izquierdo junto a la pared para el paso de las personas. Sobre la pared de la izquierda estaba la heladera comercial de cuatro puertas enfriada a hielo, más arriba había un afiche de vino Toro con un ovalo central, una cabeza de toro en el borde superior izquierdo y un fardo de espigas de trigo a la derecha, desde este óvalo central salían una serie de rayos en forma radial que adornaba el dibujo. En esta zona se ubicaban los elementos más voluminosos como escobas secadores y algunas otras que no entraban en las estanterías ubicadas tras el mostrador, estaban los cajones con tapas vidriadas donde se colocaban los productos sueltos, que luego con una palas de metal parecidas a las cucharitas del mate sacaban el producto. Es importante tener en cuenta que los elementos de consumo se vendían sueltos, azúcar galletas harinas fideos y todo lo demás, mientras que el aceite tenía dos opciones en botellas de vidrio verdes ó marrones, retornables de un litro y medio ó suelto en diferentes envases, llenados por un flaco y largo bombeador manual, parecido a un inflador. Como era de esperar sobre las estanterías más altas estaban las botellas de caña, grapa ginebra Bols y Llave, una de estas tenía un perfume muy particular, esquivada por los tomadores antes de llegar a sus casas, ya que denunciaban de lejos de donde venían. El vino se vendía en botellas de litro, abastecidas en cajones de madera de doce unidades.

Los productos sueltos como harina, azúcar, fideos, galletas, porotos secos y otros, se entregaban en paquetes de papel, cerrados a los costados como si fuese un repulgue de empanada y al final le daban la vuelta en al aire rematando el cierre, esta forma de envolver era muy particular de estos negocios y requería de gran habilidad para no terminar con todo el producto en el suelo.

No puedo dejar de nombrar los refrescos Refrescola, Chinchibirra, Bidú, naranja Crush y alguna granadina que diluían con agua ó soda.
Cuenta Pololo su hijo, que en varias oportunidades eran visitados por el personal de la seccional once, con la intención de tirar la manga, dado el rubro del comercio que don Herrero tenía. Estos presionaban para conseguir  yerba, azúcar y algunas cosas más. El Nono herrera estaba indignado con la situación, a la cuál era difícil negarse.Una noche Pololo alcanzó a ver que estos personajes volvían a la carga, y no tuvo mejor idea que cortar la luz, y esa manera logró ahuyentar a los mangueros de costumbre.

Continuará...