Queres subir
tu recuerdo de
Alto Alberdi?

Envianos un mail con tus fotos o textos referidos al barrio, su historia, sus lugares o sus personajes y en breve los incluiremos a la web.

El Racer del Leone

Por la acción compulsiva de un amigo, José Spelding, los viejos compraron un auto, mejor dicho lo compró El directamente, (después me devuelve el dinero, para que somos amigos, don César!) un Hudson Terraplane del 35, volante a la derecha, pavada de nombre para aquel flaco auto de dos puertas. La cosa se organizó mejor, mientras el viejo aprendía a manejar por el camino viejo de las canteras, con Spelding, la vieja organizaba la tropa, crecida ya para esos tiempos.

Solemos darle un nombre particular a las cosas que apreciamos, el caso que al Hudson Terraplane, El Leone le llamaba” El Racer” el pobre motor seis cilindros quemaba aceite a lo loco, los aros debían estar muy gastados, pero plantear una reparación, era imposible, las finanzas no resistían tal análisis, por lo que el viejo compraba aceite usado para agregarle; El  Racer seguía fumigando y empastando las bujías.

El Leone, Contador de profesión, de mecánica no sabía nada, pero era muy ordenado, se había comprado un juego de bujías J-14-Y adicional y cada semana las cambiaba, metía las anteriores en Creolina para remojar el carbón pegado y el sábado con una hojita de sierra afilada las limpiaba.

Sin conocimientos de mecánica pero inteligente, anotaba todo lo que desarmaba.

Una vez en Cabana se le ocurrió profundizar en la limpieza  donde entraba todo carburador, bujías, cables, platinos y otras yerbas. Ese día se sumaron algunos visitantes voluntariosos al trabajo, pero como dice el dicho No hay peor cosa que un boludo voluntarioso, en este caso se cumplió, alguien sacó el distribuidor sin marcar su posición, ni el orden de los cables. Que quilombo que se armó, eran las nueve de la noche y todavía seguían probando, las llamas aparecían por el carburador como escapes de ametralladora, el viejo puteaba y repetía distintos ordenes de encendido,  debe ser uno cinco tres seis dos cuatro, ó uno tres y no se cuantas combinaciones más. En un momento dijo, ya sé!, puso tapones de papel  en lugar  de las bujías y girando con la manija al motor fueron observando como saltaban los tapones uno a uno, encontrando de esa forma el orden de encendido, Ya está dijo, ahora solo falta ubicar el distribuidor, tenemos trece posibilidades del engranaje, hagámosla una a una. Así   enseguida arrancó El Racer y pudimos volver a Córdoba, El Leone realmente era muy meticuloso y ordenado.

El auto al viajo le cambió la vida, pasaron a ser una sola cosa, se sentía flotar en el aire, su mayor alegría era ir con Nosotros a Cabana, ya en la ruta ponía la tercera, la mano sobre la pierna de la vieja y estaba todo dicho.